Con la llegada de un bebé a casa es normal que las parejas que tienen mascotas duden de si es conveniente que el pequeño conviva con animales.
Hasta hace relativamente poco existía una corriente que defendía la importancia de la “esterilidad” en todo lo que se relacionaba con recién nacidos, sin embargo se ha visto que la higiene es importante, pero sin llegar a esos extremos. Y ahí es donde se ha visto que la convivencia de los niños con perros o gatos hacía que tuvieran menos problemas de salud, ya que estimulaban el sistema inmunitario de los más pequeños http://m.pediatrics.aappublications.org/content/130/2/211.full?sid=669cd4c2-ee15-4477-81f2-56d9530eff81
Los estudios indican que los niños que conviven con mascotas sufren menos infecciones respiratorias y otitis, con lo que durante los primeros tres años de vida necesitaron tomar menos medicamentos.
Un bebé que convive con gato o perro en casa tiene más contacto con el mundo exterior, ya que ambos salen a la calle durante sus paseos diarios y traen microorganismos a casa. Y ello, dicen los investigadores, es bueno para el pequeño, ya que contribuye a «fortalecer el sistema inmunológico del bebé». Su ejército natural de anticuerpos se rearma, es decir, el niño crece más fuerte y más protegido frente a las infecciones y enfermedades.
Además el tener una mascota en casa puede ser algo muy educativo para los niños. Ya que:
– Estimula la afectividad del niño.
– Genera actitudes de responsabilidad (tienen que sacarlos a pasear, darles de comer…).
– Ayuda a que los niños sean más sociables.
– Potencia la sensibilidad del niño.
Por tanto podemos decir que las mascotas y los niños se llevan bien, mientras se sigan unas normas básicas de higiene en casa:
– Evita siempre que el niño bese al animal, sobre todo, cerca de la nariz y de la boca.
– Anímale a lavarse las manos después de haber jugado con la mascota, sobre todo, antes de tocar o comer alimentos.
– Tanto las pulgas como los gusanos se evitan fácilmente mediante el uso regular de tratamientos preventivos.
– En el caso de que haya una infección, trátala con rapidez, y aleja al niño del animal hasta que el tratamiento haya funcionado.
– Baña al animal al menos una vez al mes.
– Sigue las vacunaciones recomendadas por el veterinario, así como las pautas de desparasitación.