La Escuela de Música con Corazón propone, en su proyecto educativo, un camino de aprendizaje musical muy diferente al tradicional desde el inicio de la vida, porque desde que nacemos estamos aprendiendo y precisamente es en los primeros meses y años de vida cuando lo que aprendemos más nos impacta e influye para el resto de nuestra vida. El bebé que crece rodeado de música verá toda su personalidad y todas sus habilidades mentales y emocionales influidas por este aprendizaje. Porque la música es un lenguaje y debe aprenderse como tal. No se requiere ninguna madurez motriz, ni emocional, ni mental especial para comenzar a absorber música y a interactuar con ella. Música rica, en diferentes modos y métricas musicales, contrastes sonoros y tímbricos será el hábitat donde puede crecer el amor a la música que brota cuando la asimilamos desde la cuna en un ambiente de conexión emocional.
Nuestra escuela de música es la primera en España que lleva a cabo un proyecto curricular basado en la Music Learning Theory de Edwin Gordon, pedagogo norteamericano que ha llevado a cabo un exhaustivo programa de investigación de cómo aprendemos música. Nuestra metodología desarrolla desde el comienzo de la vida un aprendizaje vivencial de la música, donde de manera progresiva el niño va desarrollando habilidades más complejas con respecto a lo que es capaz de entender y de expresar en la música, de la misma forma que lo hace con el lenguaje.
El niño, para aprender música, necesita un adulto delante de él interactuando cara a cara y ofreciéndole un uso completo y rico del lenguaje musical. Pensar que un niño puede aprender música poniéndole música grabada o esperando a que sea lo suficientemente mayor para poder darle explicaciones teóricas sobre las partituras, sería lo mismo que pretender que un niño aprenda a hablar poniéndole grabaciones de personas hablando o se esperase a que tuviese 6 o 7 años y después se le diesen explicaciones sobre gramática.
Es evidente que no es así, primero el niño sólo necesita escuchar en el tú a tú y de viva voz. Necesita que le hablen, aunque no sea capaz de entender qué dicen en un principio, y después necesita poder comenzar a tratar de imitar sonidos y palabras sin preocuparse de que sea correcto o no y sin que nadie le corrija sino más bien que le anime a intentarlo. Finalmente, capta el sentido y coherencia intrínseca del lenguaje y comienza a improvisar. Lo mismo debería ser en la música: escuchar, oír a los adultos haciendo música para él, después tratar de imitar y, finalmente, captar la lógica para ser capaz de crear por sí mismo.
La clase de música va creciendo con los pequeños músicos, cuyas habilidades básicas serán desarrollar su voz de cantar, moverse con musicalidad, escuchar, sentir, imitar, discriminar, comparar, realizar, ajustar, improvisar, en definitiva, ir captando la lógica interna de un lenguaje de energía y expresión que se encuentra y afecta a la totalidad de su ser. El niño que aprende música va madurando como persona y como músico al mismo tiempo.
A la edad apropiada aparece el instrumento musical, cuyo aprendizaje se integra en la clase de música y siempre rodeados de compañeros para tocar juntos, improvisar. El niño toca en el instrumento lo que escucha en su interior, canciones que comprende tonalmente porque oye sus sílabas tonales en su cabeza, o lo que inventa, explorando o imaginando.
Cuando el niño ya tiene una base muy sólida tocando, improvisando, cantando, su coordinación corporal es óptima y maneja las sílabas tonales y rítmicas con soltura, aproximadamente hacia los 9 o 10 años, es el momento de comenzar a leer y escribir música.
Marisa Pérez
Directora y fundadora de Música con corazón