Los brotes de crecimiento son una de las dudas más frecuentes de las madres, además de una de las causas principales de destete precoz. Pueden suponer una causa de estrés físico y emocional, ya que se pueden tomar como un rechazo por parte del bebé hacia a la madre o una baja producción de leche irreal.
Una crisis de crecimiento es lo que llamamos a una serie de mecanismos por parte del bebé para regular la producción de leche a sus necesidades. A medida que el bebé va creciendo sus requerimientos calóricos y su forma de mamar van cambiando, por esto la cantidad y composición de la leche que produce su madre también tiene que cambiar. Nuestro cuerpo reproduce estos cambios basándose en los mensajes que manda el bebé mediante su forma de mamar. No todos los bebés sufren las mismas crisis de la misma manera y al mismo tiempo, aunque hay características similares que podemos identificar.
Todas las crisis se resuelven con un aumento de la producción de leche.
Vamos a ver cuáles son las principales crisis que se pueden dar en el primer año de vida del bebé:
Crisis de las 2 semanas
En este momento el bebé, que antes era tranquilo y dormía, pasa cada vez más rato al pecho. Las tomas son muy frecuentes y no permiten a la madre alejarse del bebé ni un momento. En este momento la madre produce la mayor cantidad de leche de toda su lactancia aproximadamente un litro o un litro y medio al día.
Crisis de las 6/7 semanas
Esta vez la leche cambia su composición, se vuelve más salada. Al notar el cambio de sabor, los niños se tensan y dan tirones al pecho, lloran y vuelven a empezar.
Crisis de los 3 meses
Es la más famosa de las crisis, en la que más cantidad de destetes se producen. Se juntan varios acontecimientos que pueden aumentar la preocupación y el mal estar del bebé y, sobre todo, de la madre.
– El bebé mama más deprisa, porque domina más la técnica de succión.
– La producción de leche en la madre se regula, entonces la leche pasa a formarse únicamente cuando el bebé mama. En este momento deja de producirse leche a todas horas para hacerlo sólo cuando lo demanda el recién nacido. Esto hace que el niño tenga que estimular durante más tiempo el pezón.
– Se suele producir una desaceleración fisiológica del aumento de peso.
– Puede unirse un cambio en las deposiciones del bebé: se pierde el reflejo gastrocólico, que les hace tener necesidad de defecar cada vez que comen, y pasan a hacer menos deposiciones. A esto le ayuda el hecho de que la leche materna produce pocos residuos.
– El bebé cada vez va teniendo más respuesta a estímulos, está más despistado y es más difícil que se mantenga relajado mientras mama. También notamos que suele mamar mejor dormido o en tomas nocturnas.
Crisis de los 6 meses
En este momento, algunos bebés pueden tener más interés en descubrir la alimentación complementaria, y esto puede ser un problema si la madre lo interpreta como un rechazo hacia el pecho. Aunque empecemos a ofrecerle otros alimentos, el bebé debe seguir teniendo como alimento principal la leche materna.
Crisis de los 8 meses
Los bebés pueden tener dos comportamientos: una demanda excesiva de pecho por sufrir angustia por separación, o bien dejar de demandar el pecho por empezar a tener más conciencia de sus entorno y querer explorarlo.
Después de ver las características de las crisis, debemos saber que hay unos factores comunes para enfrentarse a ellas: tener paciencia para poder sobrellevarlas, ya que los bebés suelen estar más irritables y demandantes; tener confianza en nosotras, en nuestra capacidad de alimentar a nuestros hijos; y tener la seguridad de que somos lo más importante para ellos y lo que podemos ver como un rechazo hacia nosotras es una situación normal que podemos resolver.
Patricia Fonseca Alcón
Diplomada Universitaria en Enfermería