Por fín, ya está aquí . Ahora puedo abrazarle, besarle, verle su carita.
Han sido unos meses largos de espera. Especialmente las últimas semanas se hacen interminables. El vientre abultado, sensación de pesadez, las visitas nocturnas al cuarto de baño, las múltiples llamadas (bien intencionadas) de la familia y amigos en espera de noticias … Y de repente ya está aquí.
Los primeros días de vida del bebé son muy importantes. El bebé dentro de mamá tenía todas sus necesidades cubiertas. Estaba calentito, flotando, acunado al ritmo de la respiración de su mamá y con el latido cardiaco materno como música de fondo. A través del cordón umbilical el alimento llegaba de forma continuada, sin necesidad de pedirlo.
Al nacer, esta unión del cordón umbilical se termina y el bebé tiene que poner en marcha sus mecanismos de supervivencia. Es maravilloso y un espectáculo para los sentidos poder presenciar cómo un recién nacido de apenas unos minutos de vida y colocado en el vientre de su madre comienza a mover la cabeza, a emitir sonidos, a ¡reptar! para poder llegar hasta su objetivo, el pecho materno.
El pezón ha cambiado de color durante el embarazo. Ha aumentado la pigmentación, ¿para qué? Para que el bebé pueda diferenciar con mayor claridad su objetivo porque los bebés ¡pueden ver! Un bebé alerta tras un parto espontáneo y natural llega al pecho de su madre, mama el tan importante calostro, establece contacto visual con ella y ¡plás! La naturaleza los atrapa. En las primeras dos horas tras el nacimiento* se produce el mayor pico de oxitocina de la madre y del bebé y entre otras cosas desencadena el importante vínculo afectivo entre madre y bebé.
Durante los primeros tres o cuatro días el bebito se alimentará de calostro, auténtico oro líquido por sus propiedades. Se está adaptando a la vida, espera recibir alimento con la mínima señal que emita, el llanto sería una señal tardía.
Y, si recordamos que dentro del vientre no estaba ni en silencio ni en quietud (latido y respiración materna) el contacto piel con piel hará esta transición amable, fluida y el bebé irá asociando que su mundo, su mamá, le responde.