La música tiene súper poderes. Existen estudios que aseguran que los sonidos y melodías tienen efectos en el crecimiento de las plantas. Las vibraciones pueden beneficiarlo, pero no cualquier estilo, ya que tienen preferencias… La música clásica, dicen, es su favorita.
Os propongo plantar una semilla para disfrutar de este proceso de ver crecer una plantita, mejor 2. ¿Por qué no comparamos el crecimiento de una, frente a otra? Exponiendo a la primera, a música clásica 1 hora al día, frente a otra que germine y crezca en silencio ¿Podremos ver diferencias? ¡Vamos a probarlo!
¿Qué necesitas?
- Dos botellas de agua de 1,5L de Bezoya
- Cuerda de 15 cm
- Agua
- Tierra de siembra
- Semillas de flores
- Tijeras y punzón
¡Manos a la obra!
Antes de manipular los objetos nos lavamos bien las manos y si los materiales son nuevos procurad desinfectarlos antes de trabajar con ellos.
Cortamos las botellas por la mitad (podemos cubrir los bordes con cinta adhesiva), hacemos, en la mitad en la que queda el tapón, tres agujeritos para que drene el agua y en el tapón un agujero para pasar la cuerda y se rellena todo de tierra (con la semilla dentro ya) con la cuerda metida en el interior.
La otra mitad de la botella se rellena con agua al 50%. Se coloca la botella a la inversa y se deja que cuelgue el cordón para ir absorbiendo el agua que precisa el proyecto de flor.
Se repite para tener dos macetas con dos flores. A una se la pondrá música clásica, y a la otra no… ¿Qué ocurrirá?
El contacto con la naturaleza es hacer a los niños conectar con la esencia de la vida. Observar el proceso de crecimiento de una planta, les ayuda a ser pacientes y perseverantes, a cuidar lo sencillo y lo cotidiano y una manera maravillosa de ver de cerca el milagro de la vida.
Una vez tus plantas hayan crecido y las tengas que trasplantar a una maceta más grande, recuerda reciclar el plástico utilizado tirándolo al contenedor amarillo.