En la sala de yoga se crea un círculo de mamás que vienen a cuidarse con sus bebés. Es una actividad pensada para que puedas seguir haciendo ejercicio, esta vez junto a tu hijo, ya que sólo basta con modificar la dinámica de la clase para adaptarla a la etapa que vive la mujer: los ejercicios respetan por encima de todo el ritmo íntimo de ambos.
El yoga se puede convertir en una ayuda a la recuperación natural del cuerpo de la mamá y en un acompañamiento en el crecimiento del lactante. Se tienen en cuenta las prioridades de la crianza no solo en el momento de la clase, sino en el día a día enseñando a prestar atención al cuerpo, la postura, la respiración y la relajación.
Entre las hormonas y los cambios que tienen lugar en el puerperio, comienzas a priorizar. Es evidente que todo está enfocado al cuidado del bebé, así que no te preocupes por el ritmo con el que haces los ejercicios, si practicas mucho o poco yoga… Lo que realmente importa es tu intención e interés cuando asistes a estas sesiones aprendiendo a estar con tu bebé de una forma diferente.
Como no surgen muchas palabras mientras haces ejercicios de respiración o movimientos de yoga, se abre la puerta al mundo de la intuición y del sentir, desde donde te animo a que atiendas a tu bebé. Fíjate en cómo se mueve, los ruiditos que hace… se expresa sin la palabra, pero tú lo entiendes. En las clases de yoga te comunicas con él a través del movimiento, del tacto, del sonido de tu respiración, tal y como sucedía en el embarazo, y a veces, todo esto ocurre con los ojos cerrados. De este modo fortalecemos y gozamos del vínculo.
Los bebés son muy listos. Hay algunos que lloran en clase el primer día porque no reconocen el lugar, la luz, la música y su mamá hace cosas diferentes… pero este mismo bebé que el primer día no entiende, cuando siente a su mami relajada y disfrutando, él también empieza a disfrutar. Los bebés que ya venían a clase estando dentro de la barriga de su mamá reconocen las voces, la música, el espacio… Por ello, para estos es una simple continuación de lo vivido con anterioridad. Si no es tu caso, no te preocupes porque al final todos los bebés acaban sintiendo el ritmo de la clase. Las profesoras intentamos respetar el mismo orden para facilitar la adaptación del niño. Cuando cantamos, los bebés cantan, cuando nos relajamos, los bebés también lo hacen…
Las posturas de yoga están inspiradas en la naturaleza, en la observación de los principios vitales del movimiento, sobre todo en bebés, animales o plantas, porque expresan el auténtico movimiento interno de cada uno. Cuando observas a un niño “hacer” por sí mismo, ves que se mueve libre, así que en la clase se protege esta virtud y jamás se entorpece este instinto vital.
Los ejercicios los hacemos en el suelo para estar cerquita del bebé y que ellos se sientan cómodos. Es un lugar ideal para que se puedan expresar y experimenten. Son muchos los bebés que se aventuran a rodar por el suelo, a reptar y más adelante a sentarse. Es un espacio ideal para su desarrollo psicomotriz, porque el suelo es agradable y firme, porque sienten la libertad de experimentar y al ritmo de cada uno porque mamá está cerca, acompañándolo desde la escucha y desde el amor, mientras ella se cuida, se respeta y se relaja.
Como es lógico, puede que tu bebé en algún momento arranque a llorar, pero no pasa nada, todas comprendemos que los bebés lloran. Aprovecha el llanto para atender y cuidar a tu bebé mientras el resto seguimos la clase. No debería incomodar ni a la mamá ni al resto de compañeras, y a medida que se va cogiendo confianza en el espacio y en el círculo, resultará una actividad muy enriquecedora. Sobre todo porque sabes que ese bebé está en el mejor lugar del mundo: en el abrazo de mamá.
En la clase, como en el resto del día a día en la etapa del posparto y la crianza, el bebé pide alimento y se le puede dar. Si necesita un cambio de pañal, se le cambia, igual que si necesita un paseo. Las mamás son libres de atender como mejor necesiten y es aceptado. Cuando se da de mamar se aprovecha para revisar la postura y relajarse con ejercicios de respiración.
Hay que dejar atrás lo que es una clase de yoga convencional, y venir a gozar de la consciencia corporal y del ejercicio. Un beneficio muy buscado en esta etapa es seguir sintiéndose una misma y aprender de tantos cambios físicos, psíquicos, emocionales y de intensos cuidados a otra personita. Es un espacio para venir a disfrutar y crecer juntos.