El estreñimiento es un problema frecuente en la edad pediátrica. Su prevalencia se estima alrededor del 0.3 al 8%.
Los recién nacidos y lactantes alimentados con lactancia materna suelen tener al menos 2 deposiciones al día. El lactante con alimentación complementaria tendrá al menos tres deposiciones por semana, y el niño mayor, dos por semana. Se considera estreñido si hace menos de esto o si la defecación es dolorosa.
En casos de estreñimiento severo en los primeros meses de vida, el pediatra deberá descartar la enfermedad de Hirchsprung o megacolon agangliónico. Con frecuencia, son niños con retraso de peso y al hacer el tacto rectal se aprecia la ampolla rectal vacía con el tono del esfínter anal elevado.
También es importante descartar que el bebé no tenga fisuras anales. Son pequeñas heridas en el ano, que provocan dolor al defecar y producen estreñimiento de forma secundaria. Se tratan con higiene después de cada deposición y aplicación de una crema cicatrizante o con corticoides. A veces se pueden sobreinfectar y habrá que tratarla con crema antibiótica.
Si estamos ante un bebé con estreñimiento, que no tiene ni enfermedad de base ni fisuras anales, podremos adoptar diferentes medidas:
- Poner medio o un supositorio entero de glicerina (según la edad del bebé) cada 2-3 días si no hace deposición.
- Diluir un poco los biberones añadiendo algo más de agua, sobre todo si las deposiciones son duras y secas.
- Cambiar a leche A.E (antiestreñimiento).
- Dar un fármaco estimulante de la deposición que contiene fósforo y magnesio.
Es interesante saber que muchos bebés que son estreñidos los primeros meses de vida, dejarán de serlo en el futuro. En ello influye la introducción de la fruta y verdura en la dieta, el hecho de pasar de estar tumbados todo el día a estar sentados o de pie, y a la propia maduración del aparato digestivo.
Fernando Uribarri. Pediatra.