¡Hola! Hoy os quiero contar mi experiencia con la lactancia materna. En mi caso, siempre he tenido muy claro que quería dar de mamar a mis hijos por todos los beneficios que conlleva no sólo a nivel alimenticio sino, sobre todo, a nivel emocional.
Cuando nació mi primera hija, Mia, jugaba en un campo desconocido. Lo que sí tenía claro es que no había que desanimarse si la cosa no marchaba bien desde el principio; había que persistir. Así que desde que nació, me la coloqué en el pecho y poco a poco fue cogiéndolo. Los primeros días pudieron ser más complicados, pero decidí no seguir el consejo de quienes me decían que le diera un suplemento de biberón hasta que me subiera bien la leche. Yo estaba segura de que iba a funcionar aunque costara un poco y así fue. En seguida, Mia empezó a comer muy bien y siguió haciéndolo hasta que, cuando tenía unos 5 meses, hizo lo que se conoce como “huelga de la lactancia”. Simplemente lo que pasó es que Mia empezó a rechazar el pecho. Yo pasé unos días muy malos; me daba mucha pena. Intentaba cogerla dormida para que no se diera cuenta de que la ponía al pecho. Entonces ella amamantaba hasta que por cualquier ruidito se despertaba y se daba cuenta de que estaba en el pecho. Entonces sacaba la boca y se había terminado la toma. Estuvimos así unas semanas llevándolo lo mejor que pudimos y persistiendo. Y conseguimos superar la prueba. Cuando Mia cumplió los 6 meses, comencé a darle el biberón.
Cuando nació mi segundo hijo tenía todavía más claro que quería dar el pecho. Y contra viento y marea lo hice. Cuando Leo tenía quince días tuvo un atragantamiento por el que estuvimos a punto de perderle. Y recuerdo que cuando estaba en la incubadora en cuidados intensivos no me despegué de él y lo iban sacando para que yo le pudiera dar el pecho. La lactancia con Leo la recuerdo muy bonita. Cuando cumplió 8 meses, le pasé al biberón.
El siguiente fue Teo. Ahí tenía ya muchas tablas y digamos que me resultaba muy fácil darle de mamar. Puede pasar que una piense que cuantos más hijos, más complicado es. Sin embargo, como tienes mucha más experiencia, es más sencillo. No hace falta tanta concentración como con el primero. De hecho, es difícil encontrar huecos de soledad entre tú y tu bebé precisamente por tener más hijos alrededor. A Teo le di pecho hasta que tuvo once meses.
Mi última experiencia con la lactancia fue con Max. Cuando nació recuerdo que le comenté a mi marido que le iba a dar pecho todo lo que pudiera, sin ponerme fechas ni límites. Como era mi último bebé quería aprovechar al máximo los beneficios de la lactancia. Max cogía muy bien el pecho y era muy comilón. Desgraciadamente cuando cumplió los cinco meses y me diagnosticaron un cáncer de mama, tuve que suspender la lactancia. Fue un paso doloroso, pero al menos me quedo con la tranquilidad de haberlo disfrutado durante esos meses.
Vosotras, ¿qué experiencia tenéis con la lactancia? ¿Habéis podido darle pecho a vuestro bebé? ¿Qué dificultades habéis encontrado? ¡Contadme!
Belén – B a la Moda