Las alergias e intolerancias son cosas distintas que se confunden frecuentemente.
Ambas son respuestas adversas a los alimentos, pero se diferencian porque una alergia es una reacción de nuestro sistema inmunológico, mientras que una intolerancia no tiene una base inmunológica. Entonces, los síntomas son distintos.
Diferencia entre alergias e intolerancias
Las alergias suelen presentarse con una respuesta inmediata (antes de las 2 horas de la ingesta del alimento) y normalmente suelen afectar a la piel, provocando picores, ronchas… pero también pueden manifestarse como dificultad respiratoria, vómitos o afectación de todo el organismo.
Las intolerancias aparecen pasadas las dos horas e incluso días después de la ingesta, por lo que es más complicado detectarlas. La sintomatología suele ser de carácter digestivo, como dolores abdominales, sangre en heces o diarreas persistentes. Por este motivo, lo más importante para detectarlo es la historia clínica, lo que los padres cuentan al especialista sobre el comportamiento de vuestro hijo con la dieta, la relación de los síntomas con la introducción de alimentos nuevos…
Cualquier alimento puede provocar una reacción adversa alimentaria pero la frecuencia de las alergias e intolerancias refleja los hábitos alimentarios y culturales de cada país.
En España, por ejemplo, los más frecuentes son la leche, huevo, soja, pescado, cereales, legumbres y frutos secos.
Una reacción alérgica nunca se presenta la primera vez que el bebé se relaciona con el agente alérgico. Siempre es necesario que haya habido un contacto previo para desarrollar una reacción, ya sea por presencia de trazas de este alimento en la leche materna o como ingesta repetida de dicho alimento.
Una frase muy habitual en una reacción alérgica es “ya lo había comido antes y nunca le había pasado nada”. Haberlo comido anteriormente no justifica que no pueda tener una alergia, pues el organismo necesita de contacto previo para desarrollar una respuesta inmunológica contra ese alimento y provocar la alergia.
¿Cuáles son las principales causas de intolerancia a la lactosa?
La lactosa es el azúcar de la leche (incluida la materna). Los síntomas más habituales de la intolerancia a la lactosa son digestivos: dolor abdominal, flatulencias, sensación de plenitud, vómitos, diarreas…
3 grandes causas de intolerancia a la lactosa
1. Forma congénita: es la que aparece desde el nacimiento debido a un déficit de la enzima que metaboliza la lactosa, por lo que la clínica aflora desde la primera toma, ya que no hay forma de digerir la lactosa. Es muy poco frecuente y requiere dieta sin lactosa.
2. Forma transitoria: es debida a un daño intestinal, sitio donde se encuentra la enzima que digiere la lactosa, ya sea por una enfermedad no tratada como la celiaquía o por una gastroenteritis grave. Desaparece al resolver la causa y no precisa dieta sin lactosa (salvo en casos severos indicada por el pediatra).
3. Forma evolutiva: a medida que pasan los años hay un descenso gradual de la actividad de la enzima que digiere la lactosa, siendo más frecuente a más edad. El grado de tolerancia de los productos que contienen lactosa es variable entre personas, siendo más fácil de tolerar derivados lácteos fermentados como el yogur o el queso, que la leche.
¿Hay forma de evitar alergias e intolerancias?
Se sabe que en las alergias y las intolerancias hay una predisposición genética y ambiental.
La predisposición genética no se puede modificar, pero sí la ambiental. Por ello, se recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses.
No hay constancia de que las dietas restrictivas durante la gestación y la lactancia eviten las reacciones adversas alimentarias y pueden suponer un riesgo de déficit nutricional en la madre.
Tampoco se ha demostrado que introducir de forma tardía los alimentos más conflictivos acabe con las alergias e intolerancias.
Autoras
Dra. Carme Palasí (Pediatra Equipo de Atención Primaria Sardenya-Barcelona)
Dra. Sara Serra (Residente de pediatría (R3) del Hospital Sant Pau Barcelona)