La OMS/UNICEF recomiendan que todos los bebés reciban lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y sigan siendo amamantados, junto con otros alimentos complementarios, hasta un mínimo de 2 años y durante tanto tiempo como la madre y el niño lo deseen.
Si la madre debe incorporarse al trabajo remunerado antes de los seis meses, es posible mantener la lactancia y habrá diferentes opciones según la situación de cada familia, debiendo tener en cuenta: la edad del niño, dónde y a cuidado de quién queda en ausencia de su madre, los horarios de trabajo y la distancia a casa o al sitio donde el bebé estará durante ese tiempo, la posibilidad de cada mamá de extraerse leche o amamantar directamente durante su jornada laboral y, sobre todo, qué es lo que cada madre quiere o puede hacer.
Si el bebé tiene más de 6 meses, suele ser sencillo mantener la lactancia mientras la madre está en casa y ofrecer otros alimentos en ausencia de ésta.
Si nuestro hijo tiene menos de 6 meses, podemos dejar leche materna previamente extraída, o incluso amamantarlo directamente durante este periodo si la distancia al trabajo lo permite, yendo la mamá a donde esté el niño o bien pidiendo que quien lo cuida nos lo lleve al trabajo. Si esto no es posible podemos ofrecer leche de fórmula o adelantar la alimentación complementaria (esto último solo si el bebé tiene mas de 4 meses), y continuar las tomas de pecho cuando estemos con él.
Para realizar extracciones debemos contar con: un buen sacaleches, preferiblemente eléctrico por su mayor rapidez y comodidad, recipientes para almacenar la leche extraída y si sacásemos la leche en el trabajo, una neverita portátil.
Realizar las extracciones en el ámbito laboral suele ser lo más práctico ya que la producción estará establecida por lo que será rápido y cómodo, además de ayudar a prevenir posibles problemas como obstrucciones o mastitis, y se pueden aprovechar la horas o dos medias horas de reducción de jornada por lactancia para sacarse la leche.
La leche materna extraída en el ámbito laboral y transportada en la nevera se pone en el frigorífico cuando la madre regresa a casa y servirá para que al día siguiente la persona que lo cuide, alimente a su hijo mientras ella está ausente, preferiblemente evitando el uso de biberones y recurriendo a otros utensilios como cuchara, vaso, etc… También puede llevarse la leche extraída a la guardería dentro de biberones debidamente etiquetados.
Durante los fines de semana la madre puede volver a amamantar a su hijo directamente lo cual facilitará el mantenimiento de la producción.
La cantidad de leche que necesitaremos dejar para que lo alimenten mientras no estemos, la iremos conociendo durante los primeros días ya que varía mucho de un bebé a otro. Podemos tener una aproximación calculando una toma cada 3 horas de entre 100-150 ml según la edad y el peso del niño. Al principio conviene dejar más cantidad (150 ml por toma) pero almacenada en pequeñas cantidades (50 – 100 ml) y ofrecerla de 50 en 50 observando qué cantidad necesita nuestro niño (suele ser menos de lo que esperamos!). Siempre que sea posible es mejor que la leche materna sea fresca, pudiendo guardarla a temperatura ambiente hasta un máximo de 24 horas, dependiendo de la época del año, en nevera hasta 8 días, y congelada entre 3 y 6 meses. Siempre es conveniente utilizar primero la leche más antigua.
Podemos guardar junta en el mismo recipiente leche del mismo día pero de diferentes extracciones, sobre todo al principio que es cuando la cantidad obtenida por extracción puede ser bastante menos de 50 ml.
En ocasiones la leche congelada huele a agria o a rancio, debido a un cambio en la estructura de los lípidos como consecuencia de los ciclos de congelación y descongelación en el congelador-refrigerador, y aunque puede ocurrir que ocasionalmente algún niño la rechace, por lo general no es así y tampoco resulta perjudicial para el bebé.
La leche descongelada podemos utilizarla en las 24 hs siguientes a su descongelación, y no debe volver a congelarse.
Es aconsejable mantener la lactancia directa y exclusiva hasta el momento de la reincorporación, y simplemente que quien cuida del pequeño disponga de diferentes opciones de administración de la leche o de los otros alimentos para cuando la madre no esté.
También debemos tener en cuenta que el número de comidas que un bebé hace en ausencia de su madre suele ser bastante menor a lo que come cuando está con ella, y no es raro que un niño de más de 4-5 meses “espere” a que su mamá regrese del trabajo comiendo nada o casi nada mientras ella no está y hasta durmiendo más de lo habitual en esas horas. Luego compensa cuando la mamá regresa a casa.
Paula Rodríguez
Pediatra y responsable de Lactancia en “Hospital de Nens” de Barcelona