Es posible que uno de los recuerdos más cálidos de nuestra infancia hayan sido los momentos que hemos pasado con nuestros abuelos, aquellos cuentos, esas historias, esa calma, esa presencia.
Muchas veces estos recuerdos son muy claros, bien definidos, con mucho detalle. En otras ocasiones no podemos recordar mucho de esas cosas que ocurrieron, pero, sí nos viene con claridad, sin duda alguna, una sensación de bienestar inexplicable. No tenemos recuerdos racionales de nuestra etapa de bebé, pero muchas vivencias que ocurrieron en ese momento, se quedaron en algún lugar no olvidado.
Cuando nace un bebé, especialmente si es el primer nieto, es todo un festín. Nace un hijo, los que antes eran sólo hijos pasan a ser padres también y los que eran padres, adquieren la maravillosa categoría de abuelos. Toda la familia ha adquirido una nueva posición.
En estos momentos, es muy importante que se mantenga una comunicación fluida entre unos y otros para lograr alcanzar la mayor armonía posible en toda la familia al completo.
Es posible que la forma de crianza que tuvieron nuestros padres con nosotros difiera en mayor o menor grado con la que, en un principio, deseamos hacer con nuestro bebé. Esto no es ningún problema. Todos somos diferentes y vamos eligiendo en función de nuestras experiencias vitales. En Bebé a Bordo pensamos que el problema surge cuando no expresamos, de forma tranquila, nuestros deseos y pretendemos que los demás hagan las cosas como nosotros tenemos planeado o anticipado.
Si nos tomamos este tiempo, unos y otros, para expresarnos y para escuchar de forma presente, atenta y sin prejuicios, podremos beneficiarnos enormemente de la sabiduría de los abuelos y así mismo, es posible que los abuelos puedan mantener esa mente fresca y abierta para ir aprendiendo de la nueva faceta de sus hijos como padres. Todos aprendiendo de todos.
La relación que llegamos a establecer con nuestros abuelos es muy diferente de la que tenemos con nuestros padres. La función de los abuelos es otra, única y especial. Ellos son los que transmiten su sabiduría que llega de haber vivido y de estar viviendo desde otro lugar.
Sin duda alguna, cuando esta comunicación fluye y aparece el respeto como el principal componente de las relaciones familiares, la presencia de los abuelos puede llegar a ser todo un regalo para el desarrollo emocional de la vida de un bebé.