El embarazo es motivo de mucha alegría para una familia, pero también de dudas.
En nuestro caso una de las grandes dudas era qué iba a pasar con Kiara. Nuestra perrita desde hace más de 7 años es de raza Cocker spaniel ingles y aunque en apariencia son nerviosos, en casa ella es tranquila. Es una perrita muy cariñosa, acostumbrada a estar con niños y a jugar y correr. A pesar de eso, teníamos miedo de cómo se tomaría la llegada de un bebé a casa, y es por eso que buscamos mucha información sobre cómo había que llevar a cabo todo el proceso y consultamos con el veterinario todas nuestras dudas.
Lo primero que teníamos que saber era si debíamos tener un cuidado especial con nuestra perrita antes de que llegara el bebé a casa. Nos dijo que teníamos que preparar la habitación dejándola entrar y que oliera todos los nuevos muebles, muñecos, etc., para que se habituara a ese espacio que hasta ahora ella conocía. Nosotros no usábamos mucho esa habitación antes, por lo que seguro que ver tanto movimiento lo notaría extraño.
También consultamos con el veterinario si clínicamente había que hacer algo distinto, además de vacunas, desparasitación, etc. Las vacunas son las mismas que hasta ahora, no cambiaba nada. Pero el tema de la desparasitación sí, a partir de ahora es conveniente desparasitarla con una pastilla cada 3-4 meses, antes con hacerlo cada 6 meses bastaba. Además, nos aconsejó evitar el contacto del bebé con el collar antiparásitos, ya que contiene unas sustancias que el bebé podría tocar y puede ser peligroso.
Cuando se acercó el momento del nacimiento de nuestro bebé, quisimos avisar a nuestros familiares para que la cuidaran cuando nosotros estuviéramos en el hospital.
En esta ocasión nuestras madres se encargarían de pasearla, darle de comer y cuidarla, y mi madre, pasaría la noche en nuestra casa para que no estuviera sola.
Y la gran duda era el momento de la llegada con el bebé a casa. Escuchamos mil leyendas: tráele un pañal del hospital antes de llegar y que lo huela, tráele una prenda de ropa del bebé…
Nosotros, ante tantas dudas sobre cómo hacerlo, también lo consultamos con nuestro veterinario. Él nos dijo que llegáramos con nuestro bebé y tratáramos a Kiara con normalidad. Que la saludáramos como siempre, y que si intentaba acercarse a nuestro hijo la dejáramos para que le diera la bienvenida.
Y eso hicimos, primero, Kiara se acercó mientras Gabi tenía a Gael en brazos y la dejamos que lo oliera. Y después, pusimos un cojín en el suelo con Gael encima para que se acercara si ella quería, sin decirle nada.
Hizo lo de siempre, nos saludó, lo olisqueó un poco y desde ese momento lo ha tomado como uno más de la casa.
No le hace especial caso, sólo cuando llora se acerca para ver qué pasa. Si pongo a Gael en la hamaca lo mira, se acerca a olerle e incluso se tumba a su lado. Al llegar a casa se pone contenta de verlo. Se pasa el día cerca de él incluso a la hora de pasear y si no salimos todos, le cuesta salir a la calle. Aún así mantiene la distancia, sin duda entiende perfectamente que es un bebé y hay que tener cuidado.
Y mientras, hay que seguir tratándola como siempre: dándole sus paseos, muchos mimos y no cambiándole sus horarios de rutinas y juegos.
Con los meses, sabemos que Kiara y Gael serán grandes compañeros de juegos, porque ella es muy juguetona y confiamos en ella plenamente.
El gran consejo que os damos es que tratéis a vuestras mascotas con normalidad, desde que os quedáis embarazadas hasta la llegada a casa del bebé y que le deis la misma atención que antes para que no noten el cambio. A pesar de ser difícil, hay que sacar un rato cada día para estar por nuestros animalitos y que sientan que siguen teniendo su sitio en casa.
Noelia (Happy Ohana)