Cuando digo que tengo cuatro hijos, una de las primeras preguntas que la gente me hace es: “¿Y cómo lo haces? ¿Cómo te organizas?” Y como las que me lo preguntan suelen tener también hijos me sale decir: “Pues, hija (con acento navarro incluido), cómo tú. Andamos todas igual.”
La realidad es que todas las madres, tengamos uno, dos, cuatro o diez, vivimos haciendo nuestros pequeños malabares para llevar lo mejor posible nuestra tarea de madres. La clave no sé si está tanto en la cantidad de hijos como en la organización y tu actitud ante el “mogollón”.
Por un lado, como en la vida misma, cuantas más cosas tienes para hacer, mejor te organizas. Yo antes, cuando no tenía hijos, siempre iba a tope y sin tiempo para nada. Y ahora lo pienso y me digo: “Pero, ¿qué hacías? Si sólo eras tú el centro de tu existencia.” Pues os aseguro que no paraba. Hay muchas mujeres en ese estado que piensan que en su vida no hay hueco para un hijo, que sería inviable con el ritmo de vida que llevan. Yo os digo que es totalmente viable, que en la vida, si te gusta disfrutarla a tope, siempre hay espacio para organizarte con cada cosa que se suma y salir adelante airosa.
Por otro lado, también creo que es importante la actitud ante la vida y ante los problemas que plantea. Nos podemos ahogar en un vaso de agua o nadar con fuerza en medio del mar. Cuando una tiene hijos, además de muchas alegrías, claro está, van a llegar más problemas o dificultades. El saber sobrellevarlos con calma, aceptación y positividad ayuda mucho. Y la buena noticia es que la actitud no es proporcional al número de hijos que una tiene.
Es cierto también que la experiencia ayuda. Cuanto más practicas el arte de ser madre, mejor te sale. ¿O no? La experiencia en la vida es un grado y da mucha seguridad y calma a la hora de afrontar las cosas. En mi caso, del primer hijo al cuarto, han pasado ocho años de experiencia y eso mejora el arte.
Por poner ejemplos concretos, con el paso de los años he aprendido mucho más sobre cómo educar a mis hijos gracias a libros que he leído. Eso ha sido de gran ayuda en mi caso porque, dentro de que los hijos no vienen con un manual debajo del brazo, como se suele decir, sí que hay pautas que funcionan mejor que otras. Así que para cuando ha llegado el pequeño Max, sé mucho mejor cómo manejarlo que lo que sabía cuando nació Mia.
También es un hecho que he perdido miedos y me he marcado mi propio camino y estilo de educación de mis hijos. Cuando me inicié en la maternidad, tenía un popurrí de ideas entre lo que la gente cercana me decía y lo que yo pensaba que era ser madre. Ahora me he dado cuenta de que algunas de esas creencias estaban equivocadas y como os digo, he creado mi estilo, basado en mi experiencia, en mis lecturas y en perder miedo a hacer las cosas diferentes a como las hace otra gente. Eso me ha ayudado a llevar mejor a mis hijos y pasar de uno a cuatro con más seguridad.
Así que en definitiva, el aumento del número de hijos ha venido acompañado por una mayor madurez por mi parte en cuanto al estilo educativo y organización y eso ha hecho que el salto haya sido más natural y menos dramático. Espero que os haya servido de ayuda.
Belén – B a la Moda