Las estructuras familiares están cambiado, así como sus capacidades socializadoras. Esto ha afectado al papel que los abuelos desempeñan dentro de la familia, convirtiéndose en soportes fundamentales para el adecuado funcionamiento de las mismas. Se podría decir que han pasado de ser cuidados a convertirse, en muchos casos, en cuidadores, tanto de nietos como de la familia completa.
La influencia de los abuelos en el desarrollo de la personalidad de los niños y los adolescentes siempre ha tenido gran importancia. El papel del abuelo y la abuela tradicionalmente ha sido de dar amor, ejemplo, protección y experiencia en las diversas facetas de la vida de la persona que se está formando. Sin embargo, en lo últimos años los abuelos se han convertido en agentes educadores centrales.
Los abuelos son parte imprescindible del día a día de los niños y niñas, y con ellos de su educación, sus compañeros de juegos y sus confidentes.
Ya no sólo recogen a los nietos del colegio o les llevan al mismo y a las diferentes actividades extraescolares, cuidarlos en los periodos vacacionales o cuando están enfermos y alimentarlos, sino que se han convertido en activos agentes educativos que se encargan de las relaciones con la escuela, por ejemplo siendo los encargados de hablar con los profesores, y de ayudar con los deberes por las tardes, mientras los menores están con ellos.
Pero también educan de una manera más indirecta: con cada experiencia vital que narran a los más jóvenes de la casa y con cada consejo que ofrecen, transmiten valores y conocimientos que de otra manera los nietos podrían no llegar a conocer. Los abuelos aportan sabiduría, transcendencia y sentido común, piezas clave para el aprendizaje en familia.
Pero no se debe abusar de los mayores, de su ayuda y su disponibilidad. En ocasiones, lo que comienza siendo una actividad voluntaria y gratificante para las personas ancianas, ya que produce un sentimiento positivo de utilidad, mayor integración familiar y mejora de la autoestima, se acaba convirtiendo en una obligación, que puede llevar a un desgaste físico y psicológico para el abuelo o la abuela.
Ana Pastor Barrón
Psicóloga Clínica y de la Salud. Especialista en Psicología Infantil, Adolescente y Familias
Virginia Fernández Fernández
Psicóloga Clínica y de la Salud. Especialista en Psicología de la Vejez y Adultos