Desde el instante que supe que estaba embarazada, un sentimiento de protección empezó a crecer, invadiéndome de dudas sobre cómo cambiaría mi vida, qué podría comer, qué actividades podría realizar y cuáles evitar, cómo sería su carita, nacerá bien, sano, a quién se parecerá… La verdad es que es muy difícil mencionarlas todas, pero siempre estuve atenta a las señales que me daba mi cuerpo.
Todos esos temores son lógicos y muy normales, esto lo he descubierto después aunque yo esperaba, como primeriza, 9 meses tranquilos dentro de lo que podía entender que sería mi embarazo.
Tenemos la responsabilidad de cuidar de nuestro bebé y es algo que continuará así a lo largo de nuestras vidas; una vez que eres madre nunca dejas de serlo.
En mi caso he sido madre dos veces y cada embarazo lo he vivido completamente diferente. La experiencia de saber lo que va a pasar en el segundo embarazo ayuda, pero se vive todo de otra manera y casi podría decir que lo disfruté mucho más… Es importante estar en buenas manos, sentirte segura y tranquila con tu ginecólogo y matrona, tener una buena comunicación que te ayude a entender bien todo lo que va pasando con tu cuerpo y con tu bebé. Saber en su justa medida, tranquiliza. Yo leía todo lo que encontraba sobre la maternidad y en cierta forma me saturaba de información, pero cuando comentaba mis dudas con el ginecólogo le encontraba sentido a todo, me tranquilizaba mucho saber que un buen profesional estaba allí para mi bebé y para mí.
Mi primer embarazo, a pesar de tener todo a favor, no salió como esperábamos, tenemos que tener en cuenta el azar. Kike era un bebé sano que crecía dentro de mi según lo previsto, pero durante la gestación tuve contacto con una bacteria que se llama Listeria que lo complicó todo, por eso siempre pienso que aunque estar embarazada no nos impide seguir nuestras rutinas de vida, sí tenemos que ser más cuidadosas y precavidas con lo que hacemos y lo que nos rodea.
Al principio fue difícil encontrar el equilibrio entre hacer las cosas bien, consciente de que estar embaraza no me impedía seguir mi vida normal, pero también teniendo presente que debía cuidarme. El primer paso fue informarme sobre la alimentación, la importancia de tomar ácido fólico antes y durante el primer trimestre del embarazo, hacer las pruebas correspondientes en cada fase del embarazo llevando un buen control médico, intentar no coger demasiado peso para evitar complicaciones y prepararme mentalmente para la llegada de quién sería lo más importante de mi vida.
Para todas las que van a ser madres y están preocupadas solo les puedo decir, desde mi experiencia, que la naturaleza nos ha dotado de todo lo necesario para ser madres. Creed en vuestro instinto, dejad que aflore, sentiréis como si supierais todo lo que tenéis que hacer para atenderles a pesar de no haberlo hecho antes, y cuando ya lo tengáis en vuestros brazos será la experiencia más bonita que podáis experimentar. Cuando yo pude abrazar a Kike por primera vez fue cuando de verdad me sentí madre, el vínculo entre madre e hijo es muy fuerte y cuanto más le hables y más le acaricies, más fuerte será. Tu olor y tu voz serán para él inconfundibles, disfrutad de ellos y con ellos todo lo que podáis.
Mis niños ya no son bebés pero el vínculo sigue siendo fuerte y yo sigo recordando y echando de menos el olor de mis bebés…