La toxoplasmosis es una infección producida por un parásito llamado Toxoplasma Gondii, que carece de importancia en humanos, excepto si afecta a una mujer durante el embarazo, ya que en un porcentaje de casos puede producir malformaciones en el feto, e incluso la muerte fetal, aunque las probabilidades de que una mujer pueda infectar al feto durante el embarazo y este pueda resultar dañado, son extraordinariamente bajas.
A lo largo de la gestación, mediante unos análisis en sangre puede detectarse si la mujer tiene inmunidad (un 20%), si adquiere la infección, o si mantiene estables los valores de defensas. Sólo en el caso de que adquiera la enfermedad durante el embarazo, el feto podría verse afectado, y habría que adoptar las medidas específicas a cada momento. Los análisis serológicos que se pueden realizar a la embarazada, son de rutina en los laboratorios de análisis clínicos, y pueden demorar dos o tres días en emitir un resultado. Si hay dudas sobre si la infección es reciente, y si ha podido afectar al feto, puede optarse por realizar un estudio del líquido amniótico o incluso de la sangre de cordón umbilical en cuyo caso precisará realizarse una amniocentesis. Son casos muy raros.
Si se detecta una infección activa por toxoplasma en la embarazada, puede hacerse un tratamiento con antibióticos, que aunque puede resultar no efectivo en el cien por cien de los casos, disminuirá de manera significativa las secuelas.
Lo ideal, es no contagiarse, y ello se puede hacer evitando la incorporación de elementos infectantes del toxoplasma.
Se pueden encontrar en carnes crudas o poco cocinadas, aguas contaminadas, arenas y tierras de jardín, y especialmente en zonas donde haya habido excrementos de gatos, ya que son una fuente de eliminación de toxoplasma. Si se trata de un gato doméstico, que no haya estado en contacto con animales salvajes y en especial ratas y ratones, y que coma piensos especiales es muy poco probable que se infecte. Aun así la embarazada debería evitar manipular las arenas que contengan excrementos de gatos, o en todo caso hacerlo con guantes desechables. No es necesario, como indican en muchos foros, prescindir del gato, sino aumentar las condiciones para evitar contagios. Si, aconsejamos no incorporar nuevos gatos al entorno doméstico mientras la mujer está embarazada.
En todos los análisis de preembarazo, o al inicio de embarazo, y dentro de la rutina, debe existir el estudio de la posible infección por toxoplasma, mediante la detección de las inmunoglobulinas. Si los análisis detectan inmunidad antigua, y a valores suficientes, no es necesario repetirlo durante toda la gestación, y las probabilidades de infección nueva son excepcionales. Aún así se deberían mantener las precauciones indicadas.
Si los análisis no muestran respuesta inmunitaria, se deben repetir a lo largo del embarazo, idealmente en el segundo y tercer trimestres, para comprobar que no se adquiere infección, y por supuesto extremar las condiciones de precaución.
A modo de resumen, las precauciones que se deben tomar son:
- Evitar la ingesta de carne cruda, o poco cocinada que haya sido infectada
- No consumir agua contaminada
- No comer vegetales, ni ensaladas lavadas inadecuadamente
- Evitar contactar con excrementos de gatos infectados.
- Evitar manipulación de tierra y plantas que puedan estar infectadas.
- No consumir embutidos que no hayan pasado los controles de Sanidad.
Dra. Carmen Sala
Centro Ginecológico Gine-3 de Barcelona