Si estás embarazada y preparas la ropita del bebé, lava todo antes de usarlo: sábanas, fundas, muñequitos de trapo o peluches, arrullos y mantitas… y toda la ropita que vayas a usar. Recuerda quitar todas las etiquetas: las de la tienda por supuesto, pero revisa las internas y aunque las conserves al principio para recordar cómo aconsejan su lavado y de que material está hecho, quítalas también puesto que a un bebé chiquitín le puede resultar muy incómodas, ya que son enormes en relación al tamaño de su cuerpo.
Como la ropita está en pleno contacto con la piel súper sensible del bebé os aconsejo:
- Durante las primeras semanas o primeros meses, lavar a parte su ropa con el objetivo de que no esté en contacto con otras prendas mucho más sucias. A medida que el bebé va creciendo y madurando, sobretodo cuando ya se desplaza por el suelo, se puede empezar a mezclar con el resto de ropa.
- Para proteger su delicada piel, se recomienda usar un jabón neutro o especial para bebés y no usar suavizantes u otros aditivos. Una alternativa puede ser el vinagre porque no es tan agresivo: puede actuar como suavizante cuando lo añades al final del enjuague y, además, protege los colores de las prendas y, a la vez, la maquinaría de la lavadora. Existe un vinagre blanco y destilado que esta destinado al lavado.
- Si lavas a mano, hay que poner especial atención a enjuagar bien la ropa para que no queden restos de detergente que podrían irritar su piel.
¿Y que pasa con las manchitas de caca que nunca se van?
Los bebés de lactancia hacen unas caquitas de color mostaza (también pueden ser de color verde o marrón) que si se escapan del pañal tiñen la ropa. Muchas veces, los bodys o pantaloncitos quedan manchados y aunque los laves y laves, las manchas no desaparecen. La mejor manera de eliminarlas es teniendo la ropa al sol, el blanco vuelva a ser blanco brillante y la ropa queda impecable.