Si cuando erais dos os gustaba viajar, no hace falta que cambiéis vuestras costumbres, seguid haciéndolo con vuestro bebé.
Dicen que la llegada de un bebé te cambia la vida, es cierto, pero sobre todo te la enriquece, y cada etapa tiene sus características. La pareja, mamá y papá, son el núcleo de la familia y los hijos orbitan alrededor de él.
Lo que es importante es no pasar por alto las necesidades de cada uno. Los bebés se adaptan a lo que los papás proponen, pero tienen un ritmo natural muy marcado y hay aspectos importantes que mantener, como la rutina de las tomas y la hidratación.
Un niño puede ir a la nieve con la ropa adecuada y puede ir a la playa, pero con protección solar y fuera de la franja horaria en la que el sol está más alto e influye más agresivamente en la piel. Por ejemplo, si cuando erais dos os pasabais todo el día bajo la sombrilla en la playa, de sol a sol, ahora tendréis que adaptar los horarios, un ratito por la mañana y otro por la tarde, en medio una buena comida y la siesta bajo una sombra tranquila. Si es un bebé de lactancia materna, con tu compañía estará cubierto; si ya ha empezado con los alimentos sólidos, intentad mantener su ritmo de comidas e hidratación.
A veces creemos que “las cosas” nos facilitan la vida y cuando vamos de vacaciones cargamos con excesivos bultos; las vacaciones pueden ser una oportunidad para ir con lo mínimo e imprescindible, al fin y al cabo, un bebé lo que necesita es a mamá y papá, una buena alimentación e hidratación, dormir bien y jugar… ¡Todo esto no ocupa espacio en realidad!
Si sois de los de ir lejos y conocer nuevas culturas lo podéis seguir haciendo con vuestro hijo, además es una forma de criar y enriquecer. La manera de moveros por el mundo es vuestro sello y lo que aprenden los hijos. Si no os apetece ir lejos, siempre hay un mundo por descubrir, con creatividad y ganas puedes convertir en una aventura nueva los lugares que os inspiran y agradan. El olor de la montaña es nuevo para el olfato del pequeñín, lleno de matices y tonalidades que absorberán la atención para enriquecer su crecimiento. Igual que el mar, esa enorme bañera llena de agua fría… Todo un mundo de sensaciones inmensas para vuestro hijo y la oportunidad de crear juntos castillos de arena.
Escoger los lugares en función de las diferentes etapas por las que pasa vuestro hijo/a es otra manera de enriqueceros como familia. El bebé va creciendo y cambiando de necesidades: cuando ya es niño y busca alimentar su mente, puedes recorrer castillos reales para contarle historias de nuestro pasado y convertir un viaje cultural en otra aventura en familia.
Hay una edad en que los hijos quieren más distancia con los papás, más espacio… Un buen lugar es el pueblo porque allí los niños salen antes en grupo por la calle sin que los acompañen los adultos, y su sentido de la orientación e inteligencia espacio-temporal se desarrollan, adquiriendo ciertas responsabilidades adecuadas a su edad. Podrán ir en bici, hacer excursiones y jugar en grupo con los otros niños, y al ser un lugar más pequeño con menos gente, los vecinos acabarán conociendo a los niños, siendo también sus supervisores y enriqueciendo su sociabilidad. Esto también se puede dar en un camping, en una urbanización…
A los hijos lo que les gusta es ver a papá y mamá contentos y pasárselo bien; a los padres lo que nos gusta es ver a nuestros hijos felices. Estos son los ingredientes para unas buenas vacaciones, disfrutar juntos. Cualquier lugar al aire libre, nuevo o conocido, es ideal para explorar desde la mirada de un niño.
Para acabar, te dejamos dos posts muy interesantes. En el primero de ellos trataremos el tema de viajar con un bebé, dándote consejos y recomendaciones y ayudándote a elegir cuál es el mejor medio de transporte. En el segundo, hablaremos sobre las precauciones en la playa cuando vas con niños. Seguro que ambos te ayudarán a que las vacaciones en familia sean todo un éxito.